Estaba francamente nervioso, tenía las manos sudorosas y un terrible nudo en la garganta que me impedía tragar con normalidad.
Comencé a balancearme lentamente hacia delante y hacia atrás mientras rozaba las palmas de mis manos contra mis muslos en un intento de secarme el sudor, cosa que me resultó imposible ya que al levantarlas del pantalón las volvía a tener tan húmedas como al principio.
Con cierta compulsibidad jugueteé con el zapato sacando el talón de este y volviéndolo a introducir en él otra vez.
El silencio de la sala hacia que me percatara únicamente del torrente sanguíneo que pasaba por mis sienes ¡así no se puede pensar con claridad!
Me jugaba demasiado en esta partida, el ajedrez era toda mi vida. El silencio era tan terriblemente incomodo y la gente de la sala parecía estar muerta; no emitían ni un solo sonido. Estaba seguro de que podían oír el martilleo de mis sienes, de que sabían que estaba aterrado.
Una gota de sudor fría recorrió la parte externa de mi mejilla derecha, la note caer fría. Estaba totalmente desconcentrado, ido y sin embargo acababa de hacer jake-mate.
Mi adversario se levanto resoplando y golpeo con el puño cerrado contra su otra palma abierta. Jamás entenderé que pasó aquel día, el como gané, si tan solo estaba pendiente de mis sensaciones y no del juego. Creo que jamás lo sabré, seguramente serán cosas profundas de la mente, un misterio.
Noemi
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